La inclusión, el reto de las narrativas transmedia
El diseño y la construcción de narrativas transmedia inclusivas requieren de tres aspectos esenciales, determinados en el marco del Encuentro Internacional de Investigación Ociogune de la Universidad de Deusto, donde el docente de la facultad de Comunicación y Ciencias Sociales, Ismael Cardozo Rivera, expuso sobre el reto de incluir la población con diferencias funcionales en este tipo de relatos.
¿Qué son las narrativas transmedia?
Para el docente Ismael Cardozo, las narrativas transmedia son: “contenidos diversos, multiplataforma, que promueven la participación de los usuarios a partir de un universo narrativo lo suficientemente grande, como para poder segregar en diferentes medios interdependientes”.
De acuerdo con su ponencia ‘Narrativas transmedia e inclusión’, esto va más allá de la interactividad, participación, multiplicidad de canales y lenguajes pese a ser elementos propios de un universo transmedia.
En este sentido, la cultura participativa, la inmersión y los canales utilizados son los elementos fundamentales en una narrativa de este tipo, trabajan como clave del relato y amplifican la narrativa al ser interdependientes.
¿Las narrativas transmedia inclusivas son distintas?
Para responder a esta pregunta, el docente se planteó inquietudes como: ¿qué pasa al momento de pensar en diseñar/construir una narrativa transmedia dirigida a la infancia con discapacidad visual o auditiva?, ¿qué elementos debo tener en cuenta para que estos contenidos multiformato tengan el impacto deseado en este público?, y ¿cómo se puede gestar la interactividad de un proyecto transmedia de esta naturaleza entre sus usuarios?
En esencia, la lógica del universo transmedia se mantiene igual, pero es el proceso de diseño el que se transforma, más exactamente el tipo de productos, los mecanismos de interacción y las historias a contar.
¿Qué debe tener una narrativa transmedia inclusiva?
El diseño de una narrativa transmedia, pensado para la inclusión de población con diferencias funcionales, debe replantear tres aspectos esenciales: los contenidos, la participación de los usuarios y la co-creación.
De acuerdo con Cardozo, “encontramos que en una narrativa para niños con discapacidad visual y auditiva, debería tenerse en cuenta como factor diferencial, precisamente este público bajo sus dos condiciones: una, es que son niños y la otra, es que son niños con discapacidad visual y auditiva”.
Y es que contrario a lo que muchos suelen pensar, las capacidades diferentes pueden abrir un abanico de posibilidades a la hora de construir un proyecto de narrativa transmedia, aparece el braille, los audiolibros, los textos de gran tamaño y demás herramientas que diversifican los productos, y con ello la posibilidad de tener una gran experiencia transmediática, sin importar cuáles sean las capacidades de los usuarios.
En cuanto a la cultura participativa de los usuarios que caracteriza las narrativas transmedia, la inclusión exige una participación desde la idea, pasando por su materialización hasta llegar a la experiencia.
“Lo que se buscaría es que como la participación de las personas debería ser con inmersión, más ahora que son niños y tienen estas discapacidades, la mejor manera podría ser la co-creación, es decir que los niños puedan estar involucrados en estas narrativas desde el principio, desde la concepción de las historias, y de esa manera un elemento clave podría ser el desarrollo de sus experiencias, contar temáticas que tengan que ver con ellos, buscar temáticas donde se le dé la voz y voto a ellos de lo que ven, cuáles son sus experiencias, qué piensan del proyecto… y a partir de eso construir la narrativa”, agregó Cardozo.
Según el DANE, en Colombia hay 3’065.361 personas con diferencias funcionales, a las que con iniciativas como la del docente Ismael Cardozo, se les da la posibilidad de redescubrir la narrativa, experimentar las bondades de un mundo digitalizado y sobre todo, contar desde sus experiencia su historia, y todo los medios y formas que ello implica.
Informes:
Nota por Angie Catalina Yace, estudiante de Comunicación Social – Periodismo y del Programa Pilos
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